Llevaba bastante tiempo deseando
escribir de nuevo en este blog después de casi un año ausente. El problema era
que no encontraba el tema ni el artículo ideal con el que regresar. Sin
embargo, hoy, con la marcha de Pep Guardiola, es el día en el que me he visto
más forzado por mis propias pasiones futbolísticas a volver a ponerme enfrente
del ordenador para escribir sobre este deporte que consigue como ningún otro
eternizar a seres humanos, entre los cuales se encuentra indudablemente Pep
Guardiola.
Por todo lo que he leído acerca
del anuncio de Pep Guardiola de abandonar el Barça, me da la sensación de que
la gente no es totalmente consciente de lo que ello significa ni de cuánto
representa la figura de Guardiola en el fútbol actual. Desde que llegara hace
cuatro años a la entidad culé como un técnico novato, Pep y su Barça no han
dejado indiferente a nadie. En cuatro temporadas como jefe de la plantilla culé, ha añadido trece títulos a las vitrinas del club (con la opción
de sumar otro más si ganan la final de la Copa del Rey) y ha batido
innumerables récords. No obstante, el éxito y reconocimiento mundial que ha
tenido este Barça no radica en su palmarés, sino en la forma en la que ha
conseguido alcanzar la gloria y los valores que ha transmitido en la victoria.
Nada más llegar al banquillo del
Barça, Guardiola se encontró con un gran dilema: Messi deseaba participar en
los JJOO de Pekín que transcurrían en agosto. Sin embargo, el Barça en un
principio se negó a permitir al astro argentino asistir a los juegos, ya que
durante ese mes disputaban la eliminatoria para acceder a la Champions y un par
de partidos de liga. Pep decidió mimar al argentino y le permitió perderse unos
cuantos partidos por jugar con su selección. Esa fue la primera y mejor
decisión tomada por el técnico culé. A cambio, Messi no sólo le ha
correspondido marcando goles desde el comienzo de la era Guardiola, sino que ha
exprimido totalmente sus virtudes como jugador y lleva años siendo con
diferencia el mejor jugador del mundo. A este acierto le sucedieron numerosos
más, entre ellos el hecho de ratificar e incluso llegar a superar la filosofía
de juego de toque que implantó en el Camp Nou años atrás su mentor, Johan Cruyff. Este Barça ha puesto de
moda un fútbol atractivo de toque, en el cual la posesión de balón es su máxima
expresión. Ha rehuído totalmente del fútbol impulsivo dándole una pausa al
juego con un excelente trato de la pelota. El balón ha de salir jugado desde el
portero al delantero, ‘pelotazo’ se ha convertido en una palabra prohibida y
censurada en “Can Barça”. Además, por si no fuera poco, Guardiola copió del
laureado Milan de Arrigo Sacchi la obsesión por presionar intensamente desde el
ataque para recuperar el balón en campo contrario. A
todos los logros citados anteriormente cabe añadir uno muy importante, el hecho
de que Guardiola haya hecho debutar bajo su tutela a veintidós canteranos,
entre los cuales se encuentran jugadores tan espléndidos y determinantes como
Busquets, Pedro, Thiago, Cuenca y Tello. La ingente confianza que ha depositado
en la cantera culé se refleja por ejemplo en que ganara dos finales de
Champions utilizando a ocho canteranos, un hecho inaudito en la historia del
fútbol.
Pues bien, a pesar de todas estas
marcas que ha dejado el Barça de Pep en el fútbol, me da la sensación de que no
se le está tratando como es debido al técnico de Santpedor. Muchos aficionados
lo tildan de cobarde por declarar que se marcha en el momento en el que su
equipo ya no puede optar a los dos títulos más importantes (Champions y Liga),
insinuando algunos que si hubiera revalidado una de estas dos competiciones que
ganó la temporada anterior, habría renovado sin ninguna duda. Además, se le ha
restado protagonismo haciendo público el mismo día quién iba a ser su sucesor,
de tal forma que los medios de comunicación casi se han centrado más en la
figura de Tito Vilanova, quien le reemplazará en el banquillo, que en la del
propio Pep.
Bajo mi punto de vista, es una
injusticia total que algunos duden de la profesionalidad de Guardiola, ya que
durante estos cuatro años se ha volcado en su trabajo, como bien se puede
apreciar en el desgaste físico que ha sufrido. Si ha dejado el Barça en estos
momentos es porque necesita descansar de la presión a la que somete un club de
tal calibre y porque considera que el Barça necesita innovar para no quedarse
estancado en su fútbol, como le ha pasado en el tramo final de esta temporada.
Guardiola es el artífice de conseguir algo nunca visto en tantas ocasiones en
el fútbol, que equipos de la magnitud del Real Madrid, Chelsea, Milan, Arsenal
o Inter de Milán renuncien desde un principio a la posesión de balón y se
dediquen durante todo el partido a correr tras él con el fin de jugar a la
contra cuando se hagan con el esférico. Este ha sido, por desgracia para el
fútbol, el único método con el que se ha logrado parar el vendaval culé y el cual, requiere que el Barça busque innovaciones
en su juego de toque para poder penetrar la muralla que tantos equipos plantan
en su área cuando juegan contra ellos. Guardiola ha acabado exhausto al verse
obligado a introducir tantas innovaciones, de hecho, durante los últimos años ha probado casi todas las variantes ofensivas:
ha jugado sin un delantero fijo, ha
jugado con un 3-4-3, ha
variado la posición de muchos de sus jugadores… Sin embargo, a pesar de todos sus aciertos tácticos, ahora
se ve incapaz de tener que llevar a cabo el duro trabajo que requiere
desarbolar a un equipo que planta a once jugadores en su zona de campo para
defender.
En este mismo fenónomeno que ha
propiciado la marcha de Guardiola, se plasma paradójicamente el éxito de sus
ideales. El magnífico juego que ha desplegado el Barça durante los últimos
cuatro años ha infundido tal repeto en sus rivales, que éstos salen al campo
con la impresión de ser sumamente inferiores al conjunto catalán. Nadie
recuerda haber visto nunca antes jugadas tan bien hilvanadas como las de este
Barça, ni juego tan deleitoso como el que nos ha ofrecido un equipo que ha tenido
en la figura de Pep Guardiola a su máximo exponente. Por el bien de la salud de
nuestros recuerdos, nos debemos proponer no olvidar jamás la fructífera
aportación de Guardiola al mundo deportivo y cultural, porque lo que ha conseguido
este personaje ha sido convertir por
momentos el deporte en arte.